Valores aplicados a la Educaciòn

Ensayo




FAMILIA Y ACTUALIDAD


La importancia de aplicar los valores de la autoestima, la comunicación, la responsabilidad y la libertad en la familia. “Los cambios en la familia, por supuesto, se insertan dentro de determinados cambios globales de la sociedad. Hoy mismo estamos viviendo en un mundo muy dinámico, matizado por el tránsito hacia lo que se ha dado en llamar Posmodernidad. Y esta transición representa un cambio en la interpretación de los valores. Hay toda una serie de valores, vinculados a la Modernidad, que comienzan a entrar en crisis.” Dr. José Ramón Fabelo Corzo


Introducción.

Aunque la familia sigue siendo la forma de organización social más funcional socialmente hablando, aunque antigua este modo de organización humana sigue siendo funcional, porque es en su seno donde el ser humano encuentra el espacio más propicio para expresar su intimidad individual y colectivamente hablando, donde se inicia su formación integral y vital como persona humana que puede orientar sus intereses y acomodar su vocación, emociones y afectividad de manera casi definitiva. La familia como institución formadora que predispone un ambiente en donde las personas conviven y expresan emociones, ilusiones, percepciones y convenciones. Costumbres y tradiciones que transitan de generación en generación cuya tendencia puede inclinarse por la conservación de las mismas con pocas modificaciones o bien eliminar lo que resulta inconveniente u oneroso en esfuerzo y economía. Estos cambios o evoluciones en la actualidad se dan con mayor velocidad debido a que la sociedad se vuelto más demandante y dinámica, es decir, la vorágine de recursos tecnológicos de comunicación masiva y personal, y los ultra-eficientes medios transporte, mueven a la humanidad a un ritmo muy acelerado que nos hace percibir riegos para la conservación de ciertos rituales, costumbres y tradiciones que llevan, en la actualidad, a experimentar una severa crisis de valores: la integración familiar está siendo afectada contundentemente por la demandante lejanía de los centros de trabajo o su inexistencia en el lugar de nacimiento, la exigencia de responsabilidad precisa de la garantía en la productividad y en el uso del tiempo y los recursos materiales y afectivos, haciendo al hombre menos libre y más sujeto a las necesidades de uso de la tecnología para poder cumplir compromisos de trabajo, sociales, familiares y personales, sumergiendo a la humanidad en una competitividad cruenta y hasta deshumanizada, por la preparación y la formación de perfiles profesionales cada vez más exigentes o demandantes de conocimientos y habilidades de pensamiento estratégico para la efectividad en la empresa o en el desempeño negociante del comercio. Estas y otras causas, están sometiendo a la familia tradicional a convivir diferentes, nuevas o incluso ajenas costumbres, y a reconsiderar la valía o relevancia de algunos valores que, como lo veremos en el presente ensayo, por acomodación social del individuo, están afectando profundamente el tejido social de la sociedad contemporánea.



 
La autoestima en la familia.

La autoestima es la capacidad de valorarse a sí mismo y reconocer las propias capacidades. Es un sentimiento valorativo de nuestro ser, de nuestra manera de ser, de quienes somos nosotros, del conjunto de rasgos corporales, mentales y espirituales que configuran nuestra personalidad. Esta se aprende, cambia y la podemos mejorar. Es a partir de los 5-6 años cuando empezamos a formarnos un concepto de cómo nos ven nuestros mayores (padres, maestros), compañeros, amigos, etcétera y las experiencias que vamos adquiriendo.

La familia concebida como la entidad fundamental de la asociación humana, constituida normalmente por La madre, el padre y los hijos biológicos genéticamente propios o no, como lo remarca la Dra. María de Luján González Tornaría “La familia sigue siendo, a pesar de los ataques y dudas que se ciernen sobre ella, es el nudo esencial de la constitución de la personalidad de los niños. Es por tanto, espacio vital para formar en las nuevas generaciones, conceptos éticos y morales, emociones y sentimientos que revestirán gran relevancia en la vida adulta. De ahí la importancia de que en su seno se practiquen valores trascendentales para el joven. Los padres educando congruentemente con el ejemplo, estimular el crecimiento físico y espiritual de manera adecuada, y ayudándolos en la estructuración conceptual de los Valores instituidos por sus antecesores merced la costumbre y la tradición, los que se proyectarán y consolidarán en la escuela, - “Las familias acompañan la evolución de los niños, en el proceso de escolarización, que es la vía excelente para ir penetrando en otros ámbitos sociales diferentes a la familia. Afirma la Dra. María Luján, y más adelante señala que la familia, a través de estas funciones apunta a educar a los niños para que puedan ser autónomos, emocionalmente equilibrados, capaces de establecer vínculos afectivos satisfactorios”.

Los pilares de la autoestima son:

• Vivir conscientemente.
• Aceptación de sí mismo.
• Responsabilidad de sí mismo.
• Autoafirmación.
• Vivir con propósitos.
• Integridad personal.

Para que la familia forje sólidamente en los jóvenes los valores trascendentales, es imperioso que comprenda que sus miembros son seres humanos con cuerpo y espíritu, que entre sus características esenciales resaltan la inteligencia y la voluntad, que con la primera persigue la verdad y con la segunda el bien. La manera de expresar sus deseos está regulada por la afectividad –emociones y sentimientos- y que por consecuencia la familia se convierte en un factor relevante para fortalecer esas emociones y sentimientos, porque un joven que se forma bajo un clima de real comunicación, de aprobación oportuna y retroalimentadora, de aceptación razonada y consensuada, de amor sincero y proyectado como costumbre afectiva esencialmente en el trato cotidiano y no eventualmente como un reflejo material interesado o que actúa en razón del sentimiento de culpa o síndrome de restañamiento por el abandono (tan efusivamente hasta la llegar a la exageración, paroxismo y conmoción el día del amor y la amistad, navidad, cumpleaños, etc.), con padres que confían y apoyan sus decisiones relevantes para él y que convienen a la familia, que en sus acciones les brindan seguridad.

La autoestima, además es aprender a querernos y respetarnos, es algo que se construye o reconstruye por dentro. Esto depende, también, del ambiente familiar en el que estemos y los estímulos que este nos brinda.

En la violencia familiar las víctimas y los victimarios poseen muy baja autoestima, ya que por un lado, la víctima es alguien al que maltratan sin que ésta pueda poner límites y no se da cuenta de que está siendo abusada. Por otro lado, los victimarios compensan lo inferior que se sienten, maltratando y abusando, en este caso, de un familiar.

Muchas de las heridas emocionales que tiene una persona, producidas en su niñez pueden causarnos trastornos psicológicos emocionales y físicos (cáncer, úlceras, hipertensión, trastornos cardíacos y alimentarios, problemas en la piel, depresiones, etc.), produciendo dificultades en la vida de las mismas(conflictos serios en el trabajo, disminución de la energía y de la capacidad creativa, relaciones matrimoniales desastrosas, no poder hacer o conservar amigos, poco entendimiento con las hijas e hijos).

Existen padres, madres, docentes o cuidadores que humillan, desprecian, no prestan atención, se burlan o se ríen del niño/a cuando pide ayuda, siente dolor, tiene un pequeño accidente, necesita que lo defiendan, expresan miedo, piden compañía, se aferra buscando protección, tiene vergüenza, etc.. Estas actitudes se completan con otras totalmente opuesta, demostrándole al niño que es "querido y bonito" creándole una gran confusión. Pero estas muestras de cariño son aparentes, adjudicándole un rotulo a su identidad, que trae como consecuencia un peso negativo en formación y en el desarrollo de sus capacidades.

En el momento en que la persona afectada es adulta, transmitirá la humillación o el maltrato a personas más pequeñas o vulnerables. Es una cadena hereditaria de abuso y poder, ya que el desprecio y la vergüenza vivida en la infancia son la fuente de los problemas que afectan en la vida adulta y los causantes de la baja autoestima.

La principal imagen y más generalizada forma de violencia es el maltrato emocional. Hay muchas maneras pasa asustar a un niño y hacerlo sentir culpable e intimidado, sin recurrir a la violencia física. El niño o la niña se atormenta con pensamientos y sentimientos que no pueden comunicar ni compartir con nadie y aprenden a soportar el dolor y el silencio.

La autoestima y la comunicación están muy relacionadas, porque según como se diga algo, el efecto será positivo o negativo, de aprendizaje o de resentimiento, que se transmite desde la infancia hacia el futuro. Por esta razón, se entiende que los padres y madres que dañan la autoestima de sus hijos no siempre lo hacen intencionalmente, ya que ellos fueron educados del mismo modo. Así tendremos que, gracias al reconocimiento, aprobación e implicación afectiva de los adultos en sus actividades cotidianas, en un marco de respeto mutuo, se podrá fomentar el auto aprecio, el valor personal de la Autoestima: Los niños al saberse valorados, aprobados y respetados por sus padres -de ellos se ha formado la idea de que saben y pueden todo- seguramente podrán incorporar, conceptualizar y vivenciar Valores superiores. De ahí la importancia de que los padres incorporen en sus relaciones interpersonales con sus hijos el respeto a su actividad intelectiva y por ende de propuesta, de los deseos individuales de los chicos, estimulando su creatividad e iniciativa, creando un entorno de confianza y honestidad, para que –sin distinción de género o preferencias- se sientan pertinentemente tomados en cuenta; lo que desarrollará primordialmente su sentido de pertenencia a una familia comprensiva, mutualista, solidaria, segura y colaborativa que se auto-reconoce en sus cualidades, deficiencias y virtudes. Este es uno de los fundamentos para constituir una sociedad justa y equitativa proyectada en la adultez de eso noveles que hoy se están forjando en el seno familiar, de ello depende hombres buenos y de bien para la humanidad o todo lo contrario: Se perderá el interés por el progreso y la dignidad.

Vivir es experienciar valores, nos dice el Dr. Fabelo Corso, vivimos en un mundo pleno de valores. Y, por supuesto, uno de los ámbitos fundamentales donde los valores tienen su asiento es la familia. Cada día se hace más evidente que los valores hunden sus raíces en el suelo del hogar. Las demás instituciones educativas –escuelas, iglesias, etc.- sólo ayudan a consolidarlos y definirlos. De allí la importancia de reflexionar sobre la dimensión ética de la familia, tema fundamental, desde cualquier perspectiva, para el futuro de la humanidad y la transformación social deseada. Las familias, como las personas atraviesan diferentes etapas, recorriendo un ciclo evolutivo (Vidal, 1991). En general se pueden distinguir tres grandes tiempos en la vida de una familia: el tiempo de constitución, que abarca cuestiones tales como elección de la pareja, matrimonio y cohabitación sin hijos, el tiempo de expansión, esto es de la llegada de los hijos, que implica la transición a la paternidad y la vida con hijos de edad preescolar y escolar, y por último un tiempo de reducción, cuando los hijos se emancipan, la pareja vuelve a quedar sola y sin actividad laboral.



La comunicación en la familia.

El individuo como unidad corpóreo-espiritual, como persona humana única, desde temprana edad manifiesta la necesidad de aprecio de los demás hacia él, de comunicarse con su madre al inicio y con los demás después, para manifestar sus deseos o le ayuden a cumplir su voluntad y en esa interacción se dan los primeros pasos de aprendizaje de todo aquello que le será útil en la vida en sociedad, pero destacándose la asunción de responsabilidades las cuales crecen a la par en que la persona crece como tal y que, llegado el momento o la madurez podrá disfrutar con autonomía la verdadera de la libertad para contribuir a la toma decisiones al interior de la familia. “El valor de la familia se basa fundamentalmente en la presencia física, mental y espiritual de las personas en el hogar, con disponibilidad al diálogo y a la convivencia, haciendo un esfuerzo por cultivar los valores en la persona misma, y así estar en condiciones de transmitirlos y enseñarlos.” http://www.diadelafamilia.com.mx/valor.php. Por su parte el Dr. José Ramón Fabelo Corzo1 en su libro “Los Valores y los desafíos actuales” Cap. IV; señala “La familia presenta un marco de intimidad tal que favorece las actitudes más abiertas y francas de sus miembros. Es el medio mas favorable para que el individuo se exprese tal como es, con menos inhibiciones, menos sujeto a normas exteriores que tal vez en otros contextos cumple, pero que no ha interiorizado y hecho suyas, aunque las comprenda y promueva como valores necesarios. En este sentido resulta más importante el ejemplo, la práctica, la cotidianeidad, con todos los valores inmersos dentro de la conducta misma, que la propia retórica discursiva acerca de lo que es bueno o malo, de lo que debe ser o no ser.

Si es importante el diálogo en las relaciones interpersonales, lo es aún más la comunicación en la familia. La comunicación está guiada por los sentimientos y por la información que transmitimos y comprendemos. La comunicación nos sirve para establecer contacto con las personas, para dar o recibir información, para expresar o comprender lo que pensamos, para transmitir nuestros sentimientos, comunicar algún pensamiento, idea, experiencia, o información con el otro, y nos unimos o vincularnos por el afecto. Cuando existe la comunicación en una familia, seguramente se puede afirmar que existe un compañerismo, una complicidad, y un ambiente de unión y afecto en la casa. Habrá sobretodo un respeto mutuo y unos valores más asentados. Sin embargo, crear este clima de comunicación en la familia, no es así una tarea tan fácil. Hay que ayudar a los hijos con prácticas, es decir, que los padres introduzcan mecanismos que faciliten la comunicación.

• Al dar una información, busca que siempre sea de una forma positiva.
• Obedecer a la regla de que "todo lo que se dice, se cumple".
• Empatar o ponernos en el lugar del otro.
• Dar mensajes consistentes y no contradictorios.
• Escuchar con atención e interés.
• Crear un clima emocional que facilite la comunicación.
• Pedir el parecer y la opinión a los demás.
• Expresar y compartir sentimientos.
• Ser claros a la hora de pedir algo.

La responsabilidad y la libertad en la familia “respeto significa responsabilidad hacia uno mismo y esto a la vez significa ser libre” (Heidegger; 2000: 169).

La responsabilidad vista como un valor que va aunado al a otro: el respeto, y que ambos son inherentes a la persona y al grupo, es por consecuencia uno de los pilares que sustentan la integridad de la persona y de la sociedad humanas. Es la familia la institución en el se fragua y se arraiga su práctica inicial y en la escuela se consolida definitivamente. De acuerdo con Heidegeer para Kant, el sentimiento moral es el respeto. En el respeto debe hacerse patente la conciencia moral de sí mismo, la persona moral que es la auténtica personalidad del hombre: esto es también la honestidad, con uno mismo y con los demás. En efecto, sin el respeto a nuestra conciencia moral carecemos de dignidad y por lo tanto de un auténtico amor hacia nosotros mismos, ya que es en el ámbito de la moral en donde realmente nos distinguimos de los animales, pues al guiarnos por la ley moral tomamos conciencia de nuestra propia autonomía existencial: “Así, al someterme a mi mismo ante la ley moral, me enaltezco a mí mismo como libre, como un ser que se determina así mismo, y me descubre en mi dignidad” (Heidegger;2000:174). Sin embargo Hans Jonas discípulo de Heidegger, considera que: “no basta el respeto a la ley moral si éste no viene acompañado del sentimiento por la responsabilidad que vincula este sujeto a este objeto y nos hará actuar por su causa” (Hans Jonas; 1995:160). En efecto la responsabilidad está en el poder que yo tengo de causar un daño, o un beneficio de todo aquello que se halla en el campo de mi acción. La palabra responsabilidad significa que yo puedo responder por mis acciones y solamente se entiende en el sentido de interpretar la libertad como poder respetar o no respetar aquello que es valioso.

En efecto la responsabilidad está en el poder que yo tengo de causar un daño, o un beneficio de todo aquello que se halla en el campo de mi acción. La palabra responsabilidad significa que yo puedo responder por mis acciones y solamente se entiende en el sentido de interpretar la libertad como poder respetar o no respetar aquello que es valioso.

Jonas sostiene que es difícil (si bien no imposible) cargar con una responsabilidad de algo que no se ama, de tal modo que uno genera el amor a ello antes de cumplir un deber sin inclinación alguna. Por ello la asunción que demande mayor responsabilidad de nuestra parte debe ser algo selectivo. Este es el fundamento y la importancia de las profesiones liberales, el estudiar y ejercer una carrera por vocación implica necesariamente un respeto por la dignidad y la responsabilidad de los conocimientos adquiridos por el joven profesionista, por eso es que la vocación no la da la profesión sino la manera como se le ejerce . La educación debe estar abierta a que cada alumno encuentre un significado de su profesión que esté de acuerdo con su carácter único y personal y encuentre en ella la oportunidad de realizar su vocación. Por ello la función del profesor debe ser también formativa en el sentido que debe ayudar al alumno a que descubra amor y respeto por su profesión.



Conclusiones.

Debido a la fuerte presencia que tiene la familia en la educación más temprana del niño, su papel es extraordinariamente importante en la configuración del mundo de valores de esa conciencia en formación. La función que en este sentido juega la familia es en realidad insustituible. Esos valores adquiridos en edades tempranas quedan casi siempre más arraigados en la estructura de la personalidad, lo cual hace más difícil su cambio. De ahí la importancia de que esa educación primera sea lo más adecuada posible.

Por supuesto, aunque los valores adquiridos en el seno familiar son los de mayor arraigo, eso no significa que necesariamente marquen con un sello fatalista y predeterminado toda la evolución de la personalidad en lo que a los valores se refiere. En el transcurso de su vida, en la evolución natural de niño a adolescente y de adolescente a joven y a adulto, el individuo se inserta en otros grupos humanos -el barrio, la escuela, el colectivo laboral- y de todos ellos recibe determinados influjos valorativos. La propia realidad social a la que pertenece, cambia, evoluciona y ello también condiciona variaciones en su mundo subjetivo de valores. La familia es un referente obligado -aunque sea por contraposición- en relación con los valores que porta cualquier individuo. Todo esto refuerza la idea del enorme papel de la familia en los marcos de cualquier tipo de sociedad y el porqué debe ser considerada como poseedora en sí misma de un alto valor social. La familia actúa como especie de intermediario en relación con los factores de naturaleza valorativa que trasladan su influjo hasta cada uno de sus miembros desde la vida, la comunidad, otras instancias educativas, los medios masivos de comunicación, el discurso político, las leyes, los preceptos morales vigentes en la sociedad y también, a través de las tradiciones, desde las generaciones precedentes.

1 Los Valores y la Familia. Autor: Dr. José Ramón Fabelo Corzo BUAP/México 2001/Colección Pensadores Cubanos.



Bibliografía:

Los Valores y la Familia. Autor: Dr. José Ramón Fabelo Corzo BUAP/México 2001/Colección Pensadores Cubanos García Hernández, María Dolores, Ramírez Rodríguez, Gloria y Lima Zamora, Alinson (1998): La construcción de valores en la familia en: Familia y desarrollo humano, María José Rodrigo y Jesús Palacios (Coords.), Madrid: Alianza.Gimeno, Adelina (1999): La familia: el desafío de la diversidad, Barcelona: Ariel.Martínez González, Raquel-Amaya (1996): Familias y escuelas en : Psicología de la familia. Un enfoque evolutivo y sistémico. Vol. 1, Valencia: Promolibro. Solé i Gallart, Isabel (1998): Las prácticas educativas familiares en: Psicología de la Educación; César Coll (Coord) Barcelona: Edhasa.
Vidal, Raquel (1991): Conflicto psíquico y estructura familiar: Montevideo: Ciencias.
Razón y Palabra.- Revista electrónica en América Latina especializada en comunicación. México.
Asociación argentina de prevención de la violencia familiar (1998). "manual de capacitación y recursos para la prevención de la violencia familiar" con el apoyo de la secretaría de desarrollo social, programa de fortalecimiento de la sociedad civil y proyecto de padres y madres cuidadoras. Autoestima y Comunicación.
Shibutani, Tomotsu. "Psicología social y psicología" Editorial Paidós. Diciembre de 1971 Bs. As.. Roche Olivos, Robert. "Psicología y educación para la prosocialidad" Red Federal De Formación Docente Continua Para La República Argentina. Edición 1997 Bs. As.
Gillham L., Heber. "Cómo ayudar a los niños a aceptarse sí mismos y a aceptar a los demás" Editorial Paidós Educador. 3ra Edición 1991
Visitas a la Web:
Sobre el tema «educación en valores» puede encontrarse abundante información en la página de la OEA
«Sala de Lectura»: http://www.campus-oei.org/valores/salalectura.htm
Razón y Palabra Revista: http://www.razonypalabra.org.mx/fcys/2002/julio.html
Criterios para evaluar el ensayo:
1. Presentación del Trabajo. Debe incluir portada con sus datos de identificación (nombre completo, sede, nombre del tutor).
Al final del ensayo debe incluir la bibliografía (formato APA) y fuentes de Internet consultadas (como se le enseñó en el Módulo Propedéutico. Ejemplo:
wikipedia.org 2006 http://en.wikipedia.org/wiki/Domain_Name_System Febrero 27 de 2006.)
2. Organización del ensayo. Incluir una Introducción. Desarrollo del tema y Conclusiones.
3. Afirmación principal. Se explica cada una de las afirmaciones incluidas en el ensayo.
4. Razones que justifican las afirmaciones. Se presentan razones claras y adecuadas para justificar las afirmaciones expuestas en el ensayo. El ensayo denota que el alumno se documentó e incluyó las lecturas sugeridas en las sesiones 1 a 3.
5. Vocabulario. Se utilizan los términos con precisión y el vocabulario utilizado corresponde al expuesto por la asesora, durante las telesesiones.

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